Test de aceptación: el último paso para el aseguramiento de calidad en software

El test de aceptación es la última de las pruebas que debe atravesar una aplicación dentro de un plan de QA. Una vez que ya se ha probado que cada módulo funciona bien por separado, que la aplicación puede utilizarse bajo condiciones de operación extremas, que todos los módulos se integran correctamente y que el software ofrezca las funciones esperadas, llega el momento de escuchar la opinión del impulsor del proyecto: el usuario final.

En el test de aceptación, el cliente prueba el software y verifica que cumpla con sus expectativas. Como no tiene acceso a la implementación interna de la aplicación (a menos que lo solicite expresamente), se dice que esta prueba es del tipo black box: sólo se evalúan las entradas que se realizan sobre el software y las salidas que produce, sin preocuparse por su comportamiento interno.

Si bien es el cliente el que prueba el software, es frecuente que los casos de test sean diseñados por los desarrolladores. Puede pensarse que esto es una forma de engañar al usuario final sobre la calidad del producto, ya que el equipo de desarrollo puede diseñar adrede secuencias de ejecución que no expongan posibles errores o defectos. Sin embargo el objetivo es darle al usuario una guía para empezar a usar la aplicación si es muy compleja. Una vez que se familiarizó con el software, el cliente tiene más libertad sobre la ejecución y puede evaluarlo en relación con sus propias expectativas y necesidades.

El test de aceptación termina de definir el nivel de calidad de un software y le permite conocer al equipo de desarrollo qué tan bien supo interpretar los pedidos del cliente durante la gestación del proyecto. Es el cliente quien tendrá la decisión final de aprobar el producto, aprobarlo bajo ciertas modificaciones o invalidarlo por completo.