¿Tiene sentido brindar soporte a versiones antiguas de Internet Explorer?

Durante años, Internet Explorer tuvo una cuota de mercado cercana al 90%. Esta popularidad se explicaba por la escasez de alternativas y por el hecho de que el navegador viene incluido en el paquete de instalación de Windows, el sistema operativo más utilizado del mundo (lo que varias veces fue denunciado como una práctica monopólica). Pero el surgimiento de otros navegadores, como Mozilla Firefox (2004) y Google Chrome (2008), llevó a muchos usuarios a abandonar el tradicional browser de Microsoft, frecuentemente criticado por sus fallas de seguridad, pero también por su falta de apego a los estándares que establece el W3C.

Hoy, algunas estadísticas ubican a Chrome como el navegador más utilizado (por alrededor del 40% de los usuarios), seguido por Internet Explorer (30%), Firefox (20%) y otros navegadores minoritarios, como Opera y Safari. Sin embargo, la firma NetMarketShare da como amplio ganador a Internet Explorer. En otros estudios, Firefox aparece en segundo lugar. Estas diferencias se deben a la dificultad de tomar una muestra de usuarios abarcadora y a la naturaleza de los métodos utilizados.

Las particulares reglas de interpretación de código de Internet Explorer siguen dando dolores de cabeza a los desarrolladores web, que deben crear soluciones específicas para los usuarios de ese browser. Los principales problemas aparecen con las versiones previas a la 9 (lanzada en 2011), cuyo soporte para HTML5, CSS3 y otras tecnologías es limitado o inexistente. Actualmente, las versiones 6, 7 y 8 ocupan, en conjunto, entre el 5% y el 10% del mercado. Para desarrollar un sitio web moderno que se vea bien en esos browsers puede ser necesario agregar hojas de estilo específicas, incluir código condicional o reemplazar ciertas características con JavaScript.

Estos «parches» atrasan el proceso de desarrollo o generan conflictos con los estándares. ¿Vale la pena incluirlos por esa pequeña y decreciente porción de usuarios? Si creemos que una buena parte de nuestro público utiliza browsers antiguos o el agregado de parches no parece demasiado dificultoso, puede ser conveniente brindar ese soporte. En caso contrario, quizás lo mejor sea pedirles a esos pocos usuarios que elijan un navegador más moderno.