Es habitual que, a la hora de emprender un proyecto online, soñemos con un sitio web plagado de funcionalidades y detalles visuales impactantes. Quien defienda esta idea podrá pensar que sobrecargar una página de elementos es una manera fácil de lograr que el usuario conozca todos nuestros servicios a simple vista. El resultado puede ser una página de inicio con menús de navegación que abarcan todo el ancho de la pantalla, barras de búsqueda que se confunden con formularios de contacto o casillas para suscribirse al newsletter, gadgets innecesarios, banners de publicidad mal ubicados e imágenes o animaciones Flash por todas partes.

Sin embargo, los diseños simples cargan más rápido, utilizan menos recursos del servidor, son más fáciles de desarrollar y ayudan a una mejor navegación. Puede pensarse que un sitio web con pocos elementos tendrá un aspecto rudimentario o será demasiado aburrido. Lo cierto es que, desde hace algunos años, los sitios web minimalistas son cada vez más habituales. Pocas páginas internas, pocos colores, textos cortos en tipografías muy grandes, una sola imagen (de gran tamaño) por página o incluso ninguna son las características más habituales en los sitios que siguen este estilo. Una tendencia que acompaña el crecimiento de la navegación desde dispositivos móviles, cuya pequeña pantalla exige pocos elementos y botones grandes.

Una forma de simplificar nuestro sitio web es aplicar la regla 80/20: un 20% de lo que se ofrece en nuestro sitio web representa un 80% de lo que el usuario estaba buscando. Podemos centrarnos en ese 20% y eliminar todo lo demás. Esa mínima porción puede incluir los testimonios de otros clientes, botones para comprar nuestros productos o el contenido de nuestro blog. Si nos focalizamos únicamente en ese 20%, estaremos eliminando cualquier distracción que pueda estar alejando al usuario de aquello que desea.

Si sabemos administrar bien un conjunto de elementos reducido, lograremos un sitio web elegante, de aspecto profesional y, principalmente, usable.